No
sería posible describir en 1000 páginas lo que una persona puede sentir en una
hora de práctica de auténtico tai
chi chuan o tan
solo en 10 minutos y menos en aquel que por un instante habito en el no-tiempo.
Sin embargo algo quiero decir respecto de
esta disciplina y sus principios. En primer lugar que no es una mera repetición
de formas, o ejercicios de relajación o una secuencia de movimientos
rutinarios. Es un arte que busca el desarrollo de lo humano a través de la
alienación del cuerpo siguiendo leyes y principios descubiertas en la antigua
china.
Por ejemplo alinear el cuerpo en posiciones
estáticas teniendo en cuenta la ley de yin y yang, considerando dos líneas de
fuerza el eje vertical y el horizontal; algo tan simple de hacer, sin embargo a
poco de reconcentrarnos en la postura advertimos los torcimientos, las
inclinaciones, los desbalances de peso, la desfiguración de nuestra relación
con la gravedad, los esfuerzos innecesarios para sostener arriba nuestros
hombros o retener la respiración.
, son
trece los principios para el cultivo de la energía y en la práctica siguiendo
estas directrices nos sumergimos en la profundidad de nuestra experiencia
corporal, que implica nuestra memoria celular y genética, nuestra memoria
prenatal o karmika.
Es obvio que nuestra construcción de
la postura surge en los primeros años como resultante de nuestra relación con
la gravedad, la energía de la tierra, y con la energía del cielo, esto es
nuestra historia, el devenir personal, con su dinámica en un mundo de relación
y comunicación, con fuerzas que nos presionaron a mirar de determinado modo,
mandatos para sostener tal o cual posición en la escuela, en un bar, en el
hogar, en el ejercito, con mis amigos y los vientos internos, enojos,
tristezas, timidez, audacia, o la culpa que partió el cuerpo en dos fuerzas con
direcciones opuestas.
En este
particular y único espacio de experiencias desplegamos las posibilidades del
cultivo de nuestra esencia y la restructuración de nuestra postura corporal,
para que la influencia de la gravedad y del cielo sea benéfica y no lleve
al colapso a nuestro sistema óseo y tendinomuscular. Alineación significa entonces escuchar, comprender al cuerpo, sentirlo en
sus ocultos recodos.
Esta comprensión no llega en una clase, en
una única sesión de práctica sino en ciclos de profundización de nuestra
particular y sutil forma. En esa interiorización, en ese trabajo de comprender
y desarrollar los principios del tai chi chuan en nosotros mismos es que
aparece el contenido, nuestra forma se hace plena, el chi se mueve en todas las
direcciones, cubre todas las vías, el espíritu comanda cada acción, cada decisión,
y el cuerpo y nuestra conducta se manifiesta unida, fuerte, vital.
Hay muchos cambios, en lo
psíquico, en lo corporal y espiritual, que permitirán el máximo desarrollo de
cada practicante, pero él solo él será conciente de la exquisita experiencia
del trabajo sanador que es el Tai chi chuan con sus principios para el cultivo de la
energía interior.
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